China volvió a asestar un nuevo golpe devaluando este jueves su moneda mostrando su habilidad para usarla como un arma comercial contra Estados Unidos.
Esto se da luego de que el lunes se diera la mayor devaluación del yuan en los últimos 11 años, aunque los siguientes días se dio una ligera recuperación, como para apaciguar las aguas financieras.
Sin embargo, este día el banco central chino fijó una cotización a la baja de 7.0039 yuanes por dólar estadounidense al inicio de las operaciones del día. Desde el 2008 el tipo de cambio no se situaba por encima del umbral de los 7 yuanes por dólar, un límite políticamente simbólico. Para la media tarde la divisa china operaba a 7.0435, más fuerte que el día anterior.
Beijing alarmó a los inversionistas iniciando la semana al permitir que el yuan cayera a un mínimo que no se daba desde hace 11 años frente al dólar. El descenso siguió a la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de subir de nuevo los aranceles a las importaciones chinas por valor de 300 mil millones de dólares, dentro de una disputa comercial y tecnológica.
La nueva devaluación se espera genere la ira del presidente Donald Trump quien ha criticado y cuestionado estos movimientos del rival asiático.
Un yuan más débil ayuda a las fábricas chinas a compensar los mayores costos de las tarifas impuestas por Trump, al vender sus productos a Estados Unidos.
Las caídas de esta semana son «un tiro de advertencia para el gobierno de Trump» que muestra que Beijing puede debilitar el yuan para responder a la presión comercial, señaló en un reporte el analista Nariman Beravesh, de IHS Markit.
Si se trata de una nueva fase en la guerra comercial, señaló el experto, «la tormenta financiera resultante podría sumir en una recesión tanto la economía estadounidense como la global», según indica información del portal MSN Noticias.
Las variaciones del yuan esta semana son pequeñas comparadas con las fluctuaciones del euro y otras monedas importantes. Pero Washington asevera que la práctica de la depreciación del yuan es una ventaja injusta porque baja los precios de las exportaciones chinas e infla su superávit comercial. Eso hace que cualquier descenso tenga implicaciones políticas.
Varios analistas por su parte señalan que la intención del gobierno chino podría ser devaluar aún más.
«Dudamos de que el BPC (Banco Popular de China) hubiera dado este paso si no tuviese la voluntad de dejar que la moneda se deprecie más y la vemos acabando el año en 7.30 yuanes por dólar», apuntó Julian Evans-Pritchard, de Capital Economics.
El experto considera que una depreciación del 10 por ciento del yuan impulsaría medio punto porcentual al alza la inflación y restaría una décima al crecimiento del PBI por su impacto sobre las importaciones y el consumo, mientras que, por contra, reportaría un estímulo de dos décimas al PBI, compensando sobradamente el lastre del 0.1 por ciento que podrían suponer los nuevos aranceles del 10 por ciento con los que Estados Unidos ha amenazado a China a partir del próximo 1 de septiembre.
El Banco Popular de China fija cada mañana el cambio del yuan y permite una variación del dos por ciento a lo largo del día. Puede intervenir y comprar o vender divisas, o bien ordenar a los bancos comerciales chinos que lo hagan, para impulsar la tasa de cambio.
Un yuan más débil permitiría compensar las subidas estadounidenses de aranceles. Pero la moneda sólo ha perdido en torno a un 5 por ciento este año, lo que no puede compensar por completo las alzas de hasta un 25 por ciento en los aranceles ordenadas por Trump.
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